sábado, 22 de mayo de 2010
No puedo
domingo, 14 de febrero de 2010
Ilusiones '07
y tus ilusiones poco a poco
se van estrellando
contra la pared de la realidad.
aislada del mundo
en una campana de cristal
que pega y una y otra vez
contra la pared
intentando salir afuera
sin llegar a comprender
que las mariposas y las ilusiones
donde mejor están es encerradas
a salvo de cualquier red,
de cualquier asesino,
de cualquier amargado,
gente a quienes no les gustan los colores
ni de las mariposas, ni de las ilusiones.
hace un mes
y hoy me la han devuelto
inerte y en una caja.
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Náufragos
Cayendo en espiral
Y me veo de nuevo estrellándome, cayendo desde muy arriba, en una isla desierta. Los aterrizajes son definitivamente mi asignatura pendiente.Cuando uno se analiza a si mismo, cuando uno analiza las causas y los porqués de su éxito o de su fracaso… se pregunta: ¿qué es lo que he hecho impecablemente bien para sentirme tan a gusto conmigo mismo y con lo que me rodea? o ¿qué hice irremediablemente mal para sentirme tan enfangado, ahogado, sin remedio? ¿Será eterna esta espiral que nos lleva de la plenitud a la miseria, de la totalidad a la soledad? ¿Que hice mal? Si lo quise dar todo… si estuve dispuesto a perderlo todo, a cambiar… Si traté de sacar lo mejor de mi mismo… Si, de nuevo, vi la luz al final del túnel… Será que todo lo que yo intente, jamás será suficiente… o tal vez puede ser que no lo intenté con toda mi alma… o tal vez puede ser el destino que, como un ancla, me aferra al fondo del océano permitiéndome salir a respirar cuando baja la marea para poder dilatar mi agonía.
¿Por qué el tocar techo es tan efímero, y el tocar fondo es tan real?
Definitivamente creo, me reafirmo, después del espejismo, que el hombre no cae para ponerse otra vez de pie, sino que se pone de pie, para poder volver a caer.
¿Será eterna la espiral?
ee
Fragmentos (#1)
(Fragmento tomado de las páginas finales del capítulo 23 de la vida alguien, cualquiera).
La necesidad, contra lo efectivo.
En ocasiones, sucede que necesitamos de algo, para seguir viviendo... No hablo de “sobrevivir”... Eso es relativamente sencillo. Hablo de las cosas que son necesarias para pasar del verbo “existir”, al “ser”. Vivir. De verdad. Al 100%. Vivir.
Puede que eso que necesitamos sea difícil de definir... que tengamos que intentar atrapar lo que sentimos que nos falta con una palabra escurridiza... difícil de entender... y a menudo tan vacía como uno mismo.
- ¿Qué necesitas?
- Amor... Éxito... Felicidad...
- ¿Y eso qué es?
- …
Pero en ocasiones... sabemos perfectamente cómo definir eso que nos falta para “Ser”. Y es que eso que nos falta tiene un nombre, unos ojos que conocemos bien, una manera de sonreír, de mirar... que hacen que el mundo se ponga patas arriba y que lo que antes parecía oscuro, se llene súbitamente de luz. Todo tiene sentido gracias a la persona que se oculta tras ese nombre que nos eriza el vello, tras unos ojos que hechizan, o tal vez tras unos rizos peligrosamente perfectos.
Sabemos exactamente lo que queremos. Pero llegados a este punto... en el que es tan evidente que hemos encontrado la pieza que se le perdió a nuestro puzzle y que tantos años llevábamos buscando... es complicado ser cuidadoso, no dejarse llevar por la emoción para no echarlo todo a perder.
A veces “la pieza” que por fin hemos encontrado no está preparada para asumir que alguien a quien ni siquiera conocía pudiese llevar tanto tiempo buscándola. ¿Qué se puede hacer? ¿Tratar de ser feliz y dejar que esa riada de emociones lo pueda echar todo a perder? ¿Poner bridas los sentimientos y negarse a saborear ese re-descubierto amor? Toda ganancia es pérdida.
Muchos han dicho: “El amor duele”. Pues aunque nos pese, tal vez este sea un síntoma claro de que aunque jamás sea nuestro, definitivamente es posible encontrarlo.
e|e
Coincidencias
Disertación Futbolística Padre-Hijo
Sobre un ojeto anodino
El símbolo indiscutible de mi cambio de vida. De cabeza gorda y con unos metálicos dientes grises tan puntiagudos como la misma vida en esta ciudad, cuelga solitaria de un llavero verde de plástico, que lleva grabado en blanco el número de la habitación para diferenciarla de cientos de ellas, todas iguales, cabezonas y dentudas. En el grabado se pueden leer un rectilíneo 4, un indeciso 5 y un rotundamente redondo 9. Tras la puerta que abre esta llave se extienden aproximadamente unos 3m², que a primera vista pueden parecer pequeños, pero que sin duda son perfectamente capaces de albergar litros y litros de la más pura soledad. Las cicatrices de guerra que han decidido tomar al llavero por residencia me hacen pensar en todos los pobres desgraciados que habitaron estas cuatro paredes de papel antes que yo, y en los que están por venir. Pero… ¿acaso no decidí yo esto? ¿Qué derecho tiene el soñador atrevido a quejarse si su paraíso idílico tiene un clima más frío que el que él soñó? En mi defensa diré que no fui yo quien decidió ser el habitante de esta habitación 459, y que una vez dentro aun intentándolo de una y mil maneras no conseguí escapar. Puedo salir cuando quiera, pero siempre debo volver a mi pequeño zulo para poder dormir. Lo cual hace que este llavero de la habitación 459 me convierta en un ser extremadamente especial, ya que es posible que yo sea el único preso que posee las llaves de su celda.
e|e
lunes, 28 de diciembre de 2009
Gutman
Plop… Plop… Los segundos van cayendo como gotas de algún líquido viscoso y verde. Plop… ¡plop!… Más verde cada vez. Plop… Todavía quedan unos pocos por caer, los más pesados y lentos de ellos. Lentos y verdes se deslizan por el filo de las horas, que gentilmente los sujetan por un instante antes de dejarlos caer. “¡Plop!” Golpean al lanzarse sobre el oscuro lago del pasado. Segundos que se estrellan como kamikazes en su misión definitiva de pasar del presente al recuerdo, o al olvido en algunos casos. Segundos que, aunque etéreos, nos separan de aquello que anhelamos tocar, limitándonos como un envase de celofán de tiempo, que aunque transparente, nos impide ver eso que tanto deseamos. Segundos enemigos y traidores, que vuelan cuando queremos que se arrastren, y acampan en ese momento en el que nos gustaría que saliesen corriendo. Segundos, que implacables y sin escrúpulos, nos muestran la realidad, que no es otra que el hecho de que no volverán si dejamos que se pierdan. Segundos, que ya en inminente cuenta atrás, se suicidan lanzándose al vacío, mientras me dicen adiós con la mano. Segundos, a los cuales devuelvo el saludo con el placer del náufrago que se despide de la isla que fue su hogar, pero su cárcel.
e|e
Viviendo sin respirar
Cuantas veces un zarpazo de la vida nos agarra por los tobillos y nos suspende a cientos de metros sobre el suelo, para de golpe hundirnos en una gélida fosa oceánica. Cuantas veces nos arrepentimos de haber o de no habernos atrevido a hacer, decir, o simplemente a atrevernos. Como consuelo siempre quedará sentir el tacto ácido y áspero del arrepentimiento, mientras vemos pasar por nuestro lado las oportunidades que en su momento dejamos pasar, o peor, a los que están aprovechándose de que las dejásemos pasar. Y con esa imagen en la cabeza, conduces sobre una carretera nevada hasta tu casa y te sientas junto a la ventana para ver los copos caer borrando la estela de tus neumáticos sobre el asfalto. Como dijo aquél, “estelas en la mar”. Efímeros, duramos lo que nuestros pulmones aguanten respirando.
Es suficiente. Estoy harto de esa realidad que nos venden los libros de filosofía. Es el momento de cambiar toda esa bazofia de que el sistema nos controla y de que es tan difícil ser feliz. Se acabó. De aquí a las estrellas. Voy a cambiar lo que hice mal. Y de aquí a algún tiempo no me tendré que arrepentir al menos de no haber intentado eso que pensé que sería capaz de alcanzar. Una autopista abierta en ambas direcciones atraviesa mi corazón. Ruge mi motor. Empiezo mi camino. Sé lo que quiero. Y voy a por ello. Mi Plan comienza aquí. Prepárate.
e|e