sábado, 22 de mayo de 2010

No puedo

"Esta es la noche, y sucederá una y otra vez." Siempre se repite, curiosamente. Noche del sábado. Soledad y silencio. Debe ser cierto que el dolor, el vacío, la soledad... son motores principales de esta nave de la creación. Cuando no hay nada que contar, nadie a quien contárselo... cuando las palabras no surgen de la boca, sino de algún otro sitio, entonces escribo. Sin interés artístico, sólamente para dejarlo ir. Para hacerme justicia, ponerme a bien con el exterior. Esta vez no hay injusticia en esta soladad. Yo me la he buscado durante algún tiempo, y convivo con relativa elegancia con tantos metros cúbicos de Nada. Y me confieso:
Soy consciente de que no soy justo. Últimamente no hago lo que se supone que debo hacer. No actúo siguiendo los patrones por los cuales me he ido definiendo en estos últimos años ante el mundo. Estoy rompiendo mis normas. Pero... ¿es que una persona no puede hacer lo que quiere cuando lo quiere? Supongo que no. Al menos yo no puedo.

No puedo. Pero lo hago.

Alonejandro e|e

domingo, 14 de febrero de 2010

Ilusiones '07

Y luego vas creciendo
y tus ilusiones poco a poco
se van estrellando
contra la pared de la realidad.

Como una mariposa
aislada del mundo
en una campana de cristal
que pega y una y otra vez
contra la pared
intentando salir afuera
sin llegar a comprender
que las mariposas y las ilusiones
donde mejor están es encerradas
a salvo de cualquier red,
de cualquier asesino,
de cualquier amargado,
gente a quienes no les gustan los colores
ni de las mariposas, ni de las ilusiones.

Mi ilusión salió a volar
hace un mes
y hoy me la han devuelto
inerte y en una caja.

esquiva|esto

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Náufragos

Dos personas. Él y ella. Ella y él. Solos... Completamente solos en una isla hostil. Náufragos de un mismo sueño, que todavía no alcanzan a entender. Exhaustos, empapados y agotados, parece que están consiguiendo llegar hasta la orilla. Sus miradas se cruzan. Luchan contra las últimas olas antes de dejarse caer, ya sin fuerzas, sobre la arena amarilla de la playa. No hablan. Solo se miran... Así pasan horas... Días... Silencio. Sólo la fusión del azul y el marrón de sus ojos en la inmensidad de la soledad... en la eternidad de los pocos metros que les separan. Están solos... en un lugar que no es el suyo, y se miran. ¿Qué pueden hacer? Sin darse cuenta, y casi sin quererlo, la distancia entre ellos desaparece lentamente. Ya están tan solo a unos palmos. Casi no se atreven a hablar. Cada uno ha llegado venciendo las olas de su propio naufragio particular. La nueva tierra que les acoge es agresiva, pero aun así, están exactamente donde ellos querían estar. Casi por inercia, comienzan a hablar. Aleatoriamente cuentan historias de vidas y naufragios pasados. Su reflejo en los ojos del otro les permite verse por dentro. Corazones astillados, rasguños de arena y una esperanza llameante, al fondo, en la retina. Él comenzó a observar cada detalle en la piel de ella. La nieve de sus mejillas, la dulzura de su parpadeo, los trazos que con compás se trazaban en sus ojos cuando sonreía... Y miró un poco más adentro y lo que encontró era hermosamente confuso. Era como un laberinto, con las paredes doradas. Cada puerta que él abría, daba paso a una estancia mayor y más hermosa. Algunas de ellas con incrustaciones de piedras preciosas en las paredes, formando mosaicos de brillantes colores. En su cara, dos transparentes esferas de cristal y azur, robaban la atención y hacían que el resto del mundo pareciese difuminado. No había nadie más, pero tampoco era necesario. Todo era armonía, y ambos estaban cómodos en esa nueva situación. Uno y otro se ayudarían a aguantar de pie caminando por este nuevo paisaje que se extendía ante ellos, con la esperanza de ver sus sueños cumplidos, alumbrando el sendero, de día y de noche. Se cogen de la mano fuerte, se miran, miran al frente y comienzan a caminar con seguridad. Él respira profundamente y desea en silencio... que el tiempo se detenga, y los encierre allí, entre sueños, esperanza y arena templada.
e|e

Cayendo en espiral

Y me veo de nuevo estrellándome, cayendo desde muy arriba, en una isla desierta. Los aterrizajes son definitivamente mi asignatura pendiente.Cuando uno se analiza a si mismo, cuando uno analiza las causas y los porqués de su éxito o de su fracaso… se pregunta: ¿qué es lo que he hecho impecablemente bien para sentirme tan a gusto conmigo mismo y con lo que me rodea? o ¿qué hice irremediablemente mal para sentirme tan enfangado, ahogado, sin remedio? ¿Será eterna esta espiral que nos lleva de la plenitud a la miseria, de la totalidad a la soledad? ¿Que hice mal? Si lo quise dar todo… si estuve dispuesto a perderlo todo, a cambiar… Si traté de sacar lo mejor de mi mismo… Si, de nuevo, vi la luz al final del túnel… Será que todo lo que yo intente, jamás será suficiente… o tal vez puede ser que no lo intenté con toda mi alma… o tal vez puede ser el destino que, como un ancla, me aferra al fondo del océano permitiéndome salir a respirar cuando baja la marea para poder dilatar mi agonía.
¿Por qué el tocar techo es tan efímero, y el tocar fondo es tan real?
Definitivamente creo, me reafirmo, después del espejismo, que el hombre no cae para ponerse otra vez de pie, sino que se pone de pie, para poder volver a caer.
¿Será eterna la espiral?
ee

Fragmentos (#1)

(Fragmento tomado de las páginas finales del capítulo 23 de la vida alguien, cualquiera).

"(...) y me decía a mi mismo: "Ok, no eres la víctima. Te está viniendo todo de golpe, sí, pero has estado peor, y no eres la víctima. ¡Vamos! ¡Repítelo!". Y es que allí estaba yo, acurrucado y tiritando después de la paliza. Me habían dejado con todo el corazón amoratado, medio desnudo y completamente solo en aquél callejón húmedo y oscuro. Y yo no hacía más que preguntarme si debía esperar a que mis agresores volviesen a continuar con sus divertidos juegos y tal vez acabasen con el trabajo, o si acaso conseguiría reunir las fuerzas necesarias para correr en dirección opuesta y agarrarme hasta mi último aliento a la primera persona que pudiera aprovechar los pedazos de vida que aún me quedaban, coserlos todos entre sí, y fabricar un corazón nuevo, aunque más pequeño. Pensaba también: "Últimamente todo el mundo sabe coser corazones. Lo más seguro es que encuentre a alguien que pueda arreglar el mío". Coser es fácil. Lo difícil es conservar un corazón cosido... Son feos y todo el mundo se cansa pronto de las cosas feas y ya usadas; las rompe y las tira de nuevo. Será mejor rezar para que vuelvan y terminen con lo que empezaron. (...)"

e|e

La necesidad, contra lo efectivo.

En ocasiones, sucede que necesitamos de algo, para seguir viviendo... No hablo de “sobrevivir”... Eso es relativamente sencillo. Hablo de las cosas que son necesarias para pasar del verbo “existir”, al “ser”. Vivir. De verdad. Al 100%. Vivir.

Puede que eso que necesitamos sea difícil de definir... que tengamos que intentar atrapar lo que sentimos que nos falta con una palabra escurridiza... difícil de entender... y a menudo tan vacía como uno mismo.

- ¿Qué necesitas?

- Amor... Éxito... Felicidad...

- ¿Y eso qué es?

- …

Pero en ocasiones... sabemos perfectamente cómo definir eso que nos falta para “Ser”. Y es que eso que nos falta tiene un nombre, unos ojos que conocemos bien, una manera de sonreír, de mirar... que hacen que el mundo se ponga patas arriba y que lo que antes parecía oscuro, se llene súbitamente de luz. Todo tiene sentido gracias a la persona que se oculta tras ese nombre que nos eriza el vello, tras unos ojos que hechizan, o tal vez tras unos rizos peligrosamente perfectos.

Sabemos exactamente lo que queremos. Pero llegados a este punto... en el que es tan evidente que hemos encontrado la pieza que se le perdió a nuestro puzzle y que tantos años llevábamos buscando... es complicado ser cuidadoso, no dejarse llevar por la emoción para no echarlo todo a perder.

A veces “la pieza” que por fin hemos encontrado no está preparada para asumir que alguien a quien ni siquiera conocía pudiese llevar tanto tiempo buscándola. ¿Qué se puede hacer? ¿Tratar de ser feliz y dejar que esa riada de emociones lo pueda echar todo a perder? ¿Poner bridas los sentimientos y negarse a saborear ese re-descubierto amor? Toda ganancia es pérdida.

Muchos han dicho: “El amor duele”. Pues aunque nos pese, tal vez este sea un síntoma claro de que aunque jamás sea nuestro, definitivamente es posible encontrarlo.

e|e

Coincidencias

Un día, uno, doblando una esquina, por casualidad se encuentra con alguien, a quien no conoce. ¿Quién sabe? Tal vez incluso pertenezcan al mismo entorno y sin embargo nunca, hasta ahora, se habían visto. Tal vez se encuentren cruzando la calle, o comprando en un supermercado. Tal vez los presente una tercera persona que nada tiene que ver con nada... ¿Qué ocurriría si comenzasen a hablar... y se diesen cuenta de todo lo que tienen en común? ¿Una infancia similar? ¿Aficiones parecidas? ¿Una forma igual de ver la vida? ¿Un sentido único de lo auténtico? ¿Qué pasaría si consiguiesen quitar, el uno del otro, esa coraza que el mundo día a día nos hace llevar puesta? ¿Qué, si la punta de un dedo derritiese y traspasase las barreras físicas naturales, y llegase a tocar el corazón del otro? ¿Qué sentiría uno? ¿Se sentiría con fuerzas para seguir, luchar, aguantar? ¿Se sentiría sin fuerzas, por primera vez más humano que androide, sin esa armadura de hierro colado? ¿Las dos a la vez? Yo tengo la respuesta. Y vencido, arrodillado, como el toro que espera la dulce clemencia inminente del estoque, que de una vez se lleve todo malo y deje solo paz y armonía, levanto la cabeza para preguntar, impaciente, solo con la mirada:
¿Cómo acabará esto?
e|e

Disertación Futbolística Padre-Hijo

Pongámonos en situación:
Me encontraba una tarde en la surrealista, pero cada vez más frecuente situación de 'chatear' con mi señor padre. Manteníamos una conversación, todo lo fluidamente que podíamos, debido a su todavía 'tortuguil' velocidad de tecleado. Él me preguntó: "Hijo mío, ¿te has echado ya novia, por allí, en la capital?", y ante mi negativa añadió: "Pues no se cómo piensas meter algún 'gol', hijo...", frase que me hizo pensar:
Para meter algún 'gol' en Liga Local es necesario fichar por un Club, y normalmente chuparse un año, o año y medio de banquillo hasta que el mister empieza a dejarte jugar y buscar portería. Tienes que firmar una cláusula de rescisión por al menos un par de años y conocer bien a toda la junta directiva, incluídos al Presidente y la Presidenta del Club, y mantener relaciones amistosas con todos los Cubes afiliados de tu Club.
En liga nacional, existe la posibilidad de jugar como delantero invitado. Hay ojeadores buscando jugadores todos los fines de semana, y el mismo día que te echan el ojo puedes estar jugando y marcando goles. Sin cláusulas. Sin juntas directivas ni clubs afiliados. Eso sí la duración del contrato no suele exceder de un partido. Pero bueno, en un buen fin de semana tal vez marques con un par de clubes distintos... Hay estrellas, en Liga Nacional que incluso se pueden permitir jugar para dos clubes a la vez... cosa que en Liga Local sería impensable...
Mi padre leía atento, y al final de mi disertación escribió (en aproximadamente 5 minutos): "jaja. tú si que sabes. jaja"
Y yo pensaba... "Ya padre... Tú te ríes porque ya tienes club..."
e|e

Sobre un ojeto anodino


459

El símbolo indiscutible de mi cambio de vida. De cabeza gorda y con unos metálicos dientes grises tan puntiagudos como la misma vida en esta ciudad, cuelga solitaria de un llavero verde de plástico, que lleva grabado en blanco el número de la habitación para diferenciarla de cientos de ellas, todas iguales, cabezonas y dentudas. En el grabado se pueden leer un rectilíneo 4, un indeciso 5 y un rotundamente redondo 9. Tras la puerta que abre esta llave se extienden aproximadamente unos 3m², que a primera vista pueden parecer pequeños, pero que sin duda son perfectamente capaces de albergar litros y litros de la más pura soledad. Las cicatrices de guerra que han decidido tomar al llavero por residencia me hacen pensar en todos los pobres desgraciados que habitaron estas cuatro paredes de papel antes que yo, y en los que están por venir. Pero… ¿acaso no decidí yo esto? ¿Qué derecho tiene el soñador atrevido a quejarse si su paraíso idílico tiene un clima más frío que el que él soñó? En mi defensa diré que no fui yo quien decidió ser el habitante de esta habitación 459, y que una vez dentro aun intentándolo de una y mil maneras no conseguí escapar. Puedo salir cuando quiera, pero siempre debo volver a mi pequeño zulo para poder dormir. Lo cual hace que este llavero de la habitación 459 me convierta en un ser extremadamente especial, ya que es posible que yo sea el único preso que posee las llaves de su celda.

e|e

lunes, 28 de diciembre de 2009

Gutman

Plop… Plop… Los segundos van cayendo como gotas de algún líquido viscoso y verde. Plop… ¡plop!… Más verde cada vez. Plop… Todavía quedan unos pocos por caer, los más pesados y lentos de ellos. Lentos y verdes se deslizan por el filo de las horas, que gentilmente los sujetan por un instante antes de dejarlos caer. “¡Plop!” Golpean al lanzarse sobre el oscuro lago del pasado. Segundos que se estrellan como kamikazes en su misión definitiva de pasar del presente al recuerdo, o al olvido en algunos casos. Segundos que, aunque etéreos, nos separan de aquello que anhelamos tocar, limitándonos como un envase de celofán de tiempo, que aunque transparente, nos impide ver eso que tanto deseamos. Segundos enemigos y traidores, que vuelan cuando queremos que se arrastren, y acampan en ese momento en el que nos gustaría que saliesen corriendo. Segundos, que implacables y sin escrúpulos, nos muestran la realidad, que no es otra que el hecho de que no volverán si dejamos que se pierdan. Segundos, que ya en inminente cuenta atrás, se suicidan lanzándose al vacío, mientras me dicen adiós con la mano. Segundos, a los cuales devuelvo el saludo con el placer del náufrago que se despide de la isla que fue su hogar, pero su cárcel.

e|e

Viviendo sin respirar

Cuantas veces un zarpazo de la vida nos agarra por los tobillos y nos suspende a cientos de metros sobre el suelo, para de golpe hundirnos en una gélida fosa oceánica. Cuantas veces nos arrepentimos de haber o de no habernos atrevido a hacer, decir, o simplemente a atrevernos. Como consuelo siempre quedará sentir el tacto ácido y áspero del arrepentimiento, mientras vemos pasar por nuestro lado las oportunidades que en su momento dejamos pasar, o peor, a los que están aprovechándose de que las dejásemos pasar. Y con esa imagen en la cabeza, conduces sobre una carretera nevada hasta tu casa y te sientas junto a la ventana para ver los copos caer borrando la estela de tus neumáticos sobre el asfalto. Como dijo aquél, “estelas en la mar”. Efímeros, duramos lo que nuestros pulmones aguanten respirando.

Es suficiente. Estoy harto de esa realidad que nos venden los libros de filosofía. Es el momento de cambiar toda esa bazofia de que el sistema nos controla y de que es tan difícil ser feliz. Se acabó. De aquí a las estrellas. Voy a cambiar lo que hice mal. Y de aquí a algún tiempo no me tendré que arrepentir al menos de no haber intentado eso que pensé que sería capaz de alcanzar. Una autopista abierta en ambas direcciones atraviesa mi corazón. Ruge mi motor. Empiezo mi camino. Sé lo que quiero. Y voy a por ello. Mi Plan comienza aquí. Prepárate.

e|e